La deuda de Pemex sobresale en el panorama electoral

La campaña presidencial de México termina en menos de dos meses, pero aunque ambas candidatas proponen una revolución verde en el sector de la energía, ninguna de ellas ha propuesto un plan viable para evitar la implosión financiera de la empresa estatal Pemex.

Claudia Sheinbaum, candidata de continuidad para la política energética nacionalista del Presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció el mes pasado su estrategia energética, comprometiéndose a aumentar la producción de petróleo y gas de Pemex, aumentar el rendimiento de las refinerías y la producción petroquímica, desarrollar una industria nacional de litio y buscar un nuevo enfoque en la generación de energía renovable.

La antigua jefa de gobierno de la Ciudad de México no ha proporcionado detalles sobre ninguna de estas políticas, pero es difícil conciliar su compromiso con una ampliación de las energías renovables con un límite en la inversión del sector privado sin depender en gran medida del aumento de la financiación de la estatal de electricidad CFE.

La política de Sheinbaum en materia de energías renovables es la única desviación de la agenda energética de López Obrador, aunque las agencias de calificación, los inversores y los analistas coinciden en que es probable que Pemex incurra en impago sin una amplia reforma estructural.

Pemex tenía una deuda total de $106,100 millones a finales de 2023 y se enfrenta a $10,000 millones en vencimientos de deuda este año.

El impulso del gobierno para aumentar el rendimiento de las refinerías ha generado pérdidas de miles de millones de dólares para Pemex. Solo en 2023, la división de refinación de Pemex reportó una pérdida de $4,400 millones, una mejora con respecto a una pérdida de $11,000 millones el año anterior. De 2019 a 2023, la división de refinación de la empresa registró más de $46,000 millones en pérdidas.

López Obrador puso el rescate de Pemex y sus refinerías en el centro de su administración. Pero a pesar de no detener la espiral de deuda de la empresa, la disminución de la producción de crudo, el empeoramiento del récord de seguridad y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, sus políticas han tenido un coste que Sheinbaum no ha querido refutar públicamente.

En su lugar, se compromete a lanzar el proyecto de la refinería Olmeca de 340,000 b/d de la empresa, que ya tiene dos años de retraso y ha costado al menos el doble del presupuesto original de $8,000 millones, dinero que las agencias de calificación afirman que debería haberse dirigido al negocio principal de Pemex en la exploración y producción.

El apoyo gubernamental a Pemex, por un total de más de $52,000 millones entre 2019 y 2023, ha sido incapaz de mover la aguja en sus métricas financieras u operativas, y ahora amenaza la calificación crediticia soberana de México.

Sheinbaum ha evitado abordar públicamente la carga de la enorme deuda de Pemex, proponiendo únicamente "niveles de deuda aceptables en el sector de la energía". Pero dada la importancia de Pemex para el proyecto político del partido Morena, además los cientos de miles de puestos de trabajo que dependen de Pemex, no se puede permitir que la empresa incumpla.

Por otro lado, la candidata de oposición Xóchitl Gálvez pide poner fin al "caos financiero" en Pemex, diversificar su negocio hacia iniciativas de bajas emisiones de carbono, políticas rigurosas de emisiones, el cierre de sus refinerías más contaminantes, un nuevo enfoque en renovables y una reapertura de la industria energética a la inversión del sector privado.

Sin embargo, a pesar de su perspectiva más favorable para la inversión privada, Gálvez aún no ha ofrecido una solución detallada para la situación financiera de Pemex.

Sus planes para Pemex pueden ser demasiado radicales para los votantes, especialmente dentro del importante sindicato de trabajadores del petróleo, que repudió rápidamente sus llamados el mes pasado para cerrar dos refinerías. Incluso si ganara, la oposición que representa podría tener dificultades para acordar un camino a seguir para Pemex.

Si la próxima administración vuelve a abrir la puerta a la inversión del sector privado, el nuevo gobierno se enfrentará a un esfuerzo lento para reconstruir los reguladores de la energía que han sufrido de baja inversión en los últimos seis años.

Pero será el tamaño de la posible victoria de Sheinbaum lo que determinará el futuro del sector de la energía mexicano. Una mayoría convincente podría permitirle aprobar las grandes reformas energéticas que eludieron a López Obrador y seguir limitando la participación del sector privado en el sector energético, justo cuando la inversión directa extranjera en México está en auge en otras industrias.

Por Rebecca Conan

Producción de crudo en México